También las rosas son ingenuas y dulces, pero quizá sepáis que en una guerra de dos rosas murieron príncipes que eran como rayos negros, cegados por pétalos de sangre

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miércoles, 16 de febrero de 2011

Telefonos publicos

Alguien conoce el chiste "¿en qué se parece un hombre a un telefono publico?"
Pues es casi la historia de mi vida... por los telefonos, claro: ninguno sirve y los que funcionan ya están ocupados.

Tratando de llamar a mi casa comencé el rocorrido por la villa en busca de un telefono que funcionara. Extrañamente el de la biblioteca que suele ser el único que funciona todo el año estab desconectado, el del hogar nuevo (uno de los hogares-internado de la UAP) tenía el auricular roto lo cual es extraño tambien dado que suele ser de los que funciona por la cantidad de chicas americanas que hay ahí y lo usan constantemente; los hogares rosado y azul estaban cerrados, el edificio del secundario tambien; el telefono fuera del supermercado no tenía sonido a pesar de que me descontaba minutos de la tarjeta. Y finalmente el del terminal funcionaba pero había un chico usandolo y tardó ¡20 munitos! en desocuparlo.
... Cuando finalmente logré contactarme con mi casa, nadie contestó.

martes, 8 de febrero de 2011

Pasear bajo la lluvia

Como ya conté hace un tiempo, aquí el clima es tropical… por decirlo en pocas palabras y lo más descriptivo posible. En verano puedes encontrarte con lluvias alucinantes, tormentas eléctricas y más trueños que en invierno.
Estos fines de semana me ha tocado sentir unos relámpagos de película; y el viento sopla con tanta fuerza que me preocupa que los postigos se vayan a soltar.

Ayer en la tarde estaba en la biblioteca para tener acceso a internet y no me di cuenta cuando empezó a llover. Pasó el rato y no paraba, así que como era suave decidí ir a mi casa antes que se hiciera mas tarde… total, más me he mojado por diversión otras tormentas. Lo que no me parecía tan divertido era andar con el computador en la mochila, pero tuve que confiar en que la etiqueta decía "impermeable".
Cuando había avanzado unas pocas cuadras el agua comenzó a caer con más fuerza y los pies se resbalaban en las sandalias; estaba tan mojada y avanzaba tan lento que pensé que era dificil que la situación empeorase (y afortunadamente acerté, fue de esas pocas veces que se agradece tener la razón) y que lo más sensato era descalzarme para no tentar la suerte y caerme lo cual sí habría empeorado considerablemente la situación.
El camino a mi casa es relativamente corto: caminando con toda la calma del mundo llego en 12 minutos (y cuando digo toda la calma del mundo créanme que puedo caminar MUY lento), pero esta vez tardé ¡25 minutos! Pero debo agradecer a los vecinos responsables que no encontré ninguna espina ni nada incómodo en todo el trayecto.

Lamentablemente, aunque había abundancia de agua no pude observar ningún relámpago.
Una de mis actividades favoritas cuando salgo durante las tormentas eléctricas es cazar relámpagos. Me emociona encontrar esos rayos de luz entre la lluvia.


Y la mejor parte es el final, cuando se ha llegado a casa: una ducha caliente (qué no daría por una bañera, sniff) y una chocolatada o similar, quizás un baño de crema. Se garantizan sueños profundos.

Comentarios aparte, hay que tener en cuenta que ya que el objetivo es empaparse hasta los huesos, lo más sensato es usar ropa ligera (que por suerte ayer coincidía, aunque no lo hubiese previsto).
Una chica agregó una variante a esta receta para la felicidad: besar a un chico o ser besada por un chico bajo la lluvia. Quien decía que los paraguas son muy románticos, tenía mucha razón; especialmente los más chicos que te obligan a ir mas juntito y apretado.


viernes, 4 de febrero de 2011

Lo esencial es invisible para los ojos

-¡Buenos días! -dijo el zorro.

-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vió nada.-Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.

-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!

-Soy un zorro -dijo el zorro.

-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!

-No puedo jugar contigo,- dijo el zorro- No estoy domesticado.

-¡Ah, perdón!- dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

-¿Qué significa "domesticar"?

-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?

-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?

-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.

-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos... "

-¿Crear vínculos?

-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...

-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...

-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.

El zorro pareció intrigado:

-¿En otro planeta?

-Sí.

-¿Hay cazadores en ese planeta?

-No.

-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?

-No.

-Nada es perfecto -suspiró el zorro.

Y después volviendo a su idea:

-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

-Por favor... domestícame -le dijo.

-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.

-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El principito volvió al día siguiente.

-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:

-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.

-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...

-Ciertamente -dijo el zorro.

- ¡Y vas a llorar! -dijo el principito.

-¡Seguro!

-No ganas nada.

-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple:

Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.

-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...

-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.


Probablemente este sea mi capítulo favorito de este gran libro (no por su tamaño, claro).

Además es la primera parte de la que tengo memoria, o que recuerdo haber entendido cuando la primera vez que lo escuché en una radio, una tarde de año nuevo hace mil años atrás…

Por cierto, un dato curioso para salir de la melancolía: ¿sabían que se cree que el autor comenzó a escribir el libro aquí cerca en Argentina, en Concordia? Se cree que se inspiró en unas niñas muy traviesas a las que describe luego en sus memorias.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La vida enclaustrada

¿Quién dijo que sólo los monjes entran al claustro?
Previo a la temporada de examenes finales he desarrollado la costumbre de enclaustrarme, motivo por el que ya estoy de regreso en Argentina a principios de febrero.
No es para menos considerando todo lo que está en juego en este final, pero eso no es el tema.

Claro que esta vez mi encierro será más cómodo y además estoy viviendo a la biblioteca para cambiar de aires (y disfrutar del aire acondicionado); creo que sería más impactante contarles cómo fue el claustro de julio:
Mi pieza en el hogar mediría 2,5x3,5 mts y sólo salía 1 vez al día para almorzar. El desayuno y la cena eran en la misma pieza. A la hora de almuerzo intentaba hablar con mi mamá, pero nunca se dio la oportunidad. No había internet y estudiaba más de 14 horas diarias; los horarios partían a las 4:00 am (creo q antes de los rezos de los monjes) y me acostaba antes de las 22:00, aunque algunos días me daba permiso de una pequeña siesta.

Esta vez aún no tengo un ritmo armado, y a veces siento que venir a la biblioteca me toma tiempo. Vamos a ver qué sale

martes, 1 de febrero de 2011

Mausi

Una de las ventajas de dejar el internado es la posibilidad de tener mascotas. No pensé que fuera a tener una, porque igual me queda poco tiempo y no estoy todo el año aquí, pero la casa practicamente venía con ella.
Se llama Mausi y maulla en alemán. Era de mis ex-vecinas que ya cumplieron, se graduaron y volvieron a sus casas (me alegro por ellas, pero las extraño a pesar de lo poco que alcancé a compartir con ellas porque son muy buenas).
(¿No es tierna? Foto sacada del FB de Silvia, su anterior responsable)

Es sumamente tierna y simpática, muy cariñosa. Una gran acompañante: nunca antes vi un gato que se cambiara de habitación junto conmigo, y que se acerque adonde estoy.
También intenta malinfluenciarme y me invita a dormir siesta; debe ser donde el sábado dormí casi todo el día después de llegar y ella estuvo al lado de mi cama todo el tiempo.
Cuando sea invierno va a ser genial rendirle honores y acariciarla mucho rato... porque ya saben, los gatos están convencidos que ellos son los amos y nosotros sólo estamos para servirles, alimentarlos y acariciarlos.