Hace algún tiempo en una de estas frias y congeladas mañanas de invierno murió mi 2º tazón.
(Esta foto se la saqué la 1a noche que llegó; era agua de tilo para dormir bien.)
Fue algo así: a eso de las 4:00 am, mientras preparaba un parcial, tuve que prepararme algo para tomar porque hacía frío y además no podía concentrarme con el estómago vacío (conste que había despertado hace poco, y que la noche anterior me había acostado temprano... evito pasar de largo mientras se pueda); y en eso estaba, con apenas unos dedos de agua caliente en el tazón cuando escucho un horrible CRAAACKK, y veo que una trizadura aparece. La única explicación posible es que era una mañana realmente fría.
Fue una perdida triste, pero la superé; después de todo no había tenido tanto tiempo como para encariñarme con esta taza.
Hace pocos meses ya había perdido mi primer tazón: era blanco, gigante y aerodinámico (o sea, me gustaban sus curvas). Lo tenía desde que llegué a la UAP el año pasado, porque el mío se me quedó en la casa (uno deja para el final el embalaje de las cosas que tiene que usar todos los días... y así llegando tuve que comprar peineta, cepillo de dientes, esponja y tazón). Había sido un lindo año lleno de chocolatada, infusiones frutales y largas noches de estudio. Esa pérdida fue absolutamente dolorosa, especialmente por lo incomprensible: una semana que estaba enferma, estaba guardándolo después del desayuno cuando por culpa de la fiebre lo apoyé mal y vi casi en cámara lenta cómo caía, llegó al suelo y estaba entero y mi corazón dio un sólo latido aliviado... entonces rebotó y volaron varios pedacitos. Tristemente (incluso podría decir que trágicamente, pero intento ser objetiva y sé que en tazón es sólo un tazón aunque represente muchas cosas más y me haya acompañado en tantos momentos) sólo tengo 2 fotos de ese tazón y no se ven muy bien... así que sólo queda continuar la vida y agradecer que por lo menos sigo regularizando las materias, que ESO si es importante
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