Se supone que hay una edad en la infancia en que es normal tener amigos imaginarios y luego van desapareciendo.
Como era de suponerse, la normalidad y yo no tenemos mucho en común y con el paso de los años mi imaginario en vez de desaparecer se fue ampliando: ahora en mi mundo de las ideas hay una ciudad completa con los personajes más normales insospechados y unos cuantos normales.
Pero ahora he agregado algo completamente nuevo: una mascota imaginaria. Es un pez betta y se llama Shiro. Ya que Mausi no me hará compañía esta temporada de estudio, he acomodado nuevamente la que fuera pecera de Neko y ahí vive ahora mi simpático pez que, como corresponde a todas mis mascotas, tiene un nombre que no se relaciona con su apariencia (imaginaria).
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