Si hablar impulsivamente hiriendo susceptibilidades fuera una competencia probablemente ganaría el primer premio.
Es que no puedo evitarlo, se diría que es superior a mi.
Tengo claro que el silencio es la mejor opción, especialmente cuando se trata de mis opiniones, pero hay cosas que si no las digo me queman por dentro o amenazan con explotar. Por eso me repito con frecuencia "calladita soy más bonita", pero no funciona por mucho tiempo.
Lo ironico es que mi silencio también molesta a ciertas personas que esperan que me manifieste, pero nunca se puede dar el gusto a todos.
Lo único que se puede hacer es tomar conciencia de las consecuencias a las que me puedo enfrentar para estar preparada en el momento que se desata la tormenta, y generar una barrera alta de tolerancia a los comentarios maliciosos que me responderán de vuelta.
Y claro, cruzar los dedos esperando que nunca me den un cargo diplomático...
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