Anoche aprendí un nuevo juego en casa de Mariel y André. Se llama Dalmuti.
Se juega con un mazo de cartas especial que vienen numeradas del 1 al 12 y hay tantas cartas como el numero que les corresponde (1 carta 1 hasta 12 cartas 12), y cada numero representa una parte de una sociedad medieval: el 1 es el rey, 2 papas u obispos (estaba en aleman, así las dedicciones vienen del dibujo)... 7 mujeres bordando, 10 hilanderas, 11 trabajadores en cantera, 12 mendigos o algo andrajoso. Las cartas eran muy lindas y todas tenían detalles interesantes.
Se juega tratando de deshacerse de las cartas que tienen en tu mano y para eso tienes que poner la misma cantidad de cartas que el jugador anterior, pero siempre de un numero menor a las que hay; el primero en bajar su mano pasa a ser Dalmuti y el último es el peón. Entonces empieza la parte entretenida, porque el juego se convierte casi en uno de rol: el rey cobra impuestos al peon de las mejores cartas y le entrega las que no quiere, y además el peón es el encargado de barrer la mesa durante esa ronda.
Hubo situaciones muy divertidas, porque la personalidad de cada uno se refleja en su forma de jugar, salen a relucir estrategias y obsesiones varias (como la de separar la nobleza 20 cms...). Y cuando me tocaba pagar impuestos me sentía casi en la edad media en medio de un mal año con sequía y todo eso (que tu mejor carta sea un 5 y tengas que entregarla de impuesto es muy tragico), y ciertas obsesiones monarquicas era muy chistosas. Por cierto, la primera ronda me tocó ser Dalmuti, pero fue solo la suete de principiante, porque inmediatamente pasé a ser peona.... así es la vida (da muchas vueltas)
¡Fue una noche entretenida!
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